27 enero 2016

Un enfermero adoptó a un perro que esperó por su amo en el sanatorio

San Luis, Argentina
El hombre estuvo internado una semana y murió. El animal que había seguido la ambulancia hasta la clínica se quedó allí por dos meses.

"Sentado, recostado, con hambre, con frío, sofocado por el calor, esperando en las puertas del sanatorio Ramos Mejía, un perro hizo vigilia por su amo que estaba internado. Pasaron los días, semanas e incluso meses, y el perro seguía ahí, firme, aguardando".



Todos los que trabajan en el sanatorio lo conocían y le daban de comer. Lamentablemente, su dueño no sobrevivió. Como en una historia de ficción, desde aquella tarde que siguió a la ambulancia, el animal se quedó allí, paciente y fiel. Dos meses después, un enfermero decidió adoptarlo y rebautizarlo como "Malevo".

"Empecé a trabajar en la ambulancia hace seis meses. En uno de nuestros recorridos diarios, nos tocó ir a ver un paciente que estaba con internación domiciliaria. Cuando llegamos, vimos que estaba muy grave y decidimos traerlo al sanatorio. Él vivía solo, en el fondo de una casa, en la zona sur de la ciudad. Tenía cerca de ochenta años y su estado de salud era delicado. Nunca hubo un familiar, solamente apareció alguien a firmar los papeles de la internación, pero nada más. La única compañía era la de un perro. Cuando lo subimos a la ambulancia, la empezó a seguir"” —contó Juan Pradel, enfermero del Ramos Mejía. Sin importar la distancia, el perro, de patas cortas y color predominante negro, no perdió el rastro del vehículo. “"Apenas regresamos al sanatorio y bajamos al hombre en la camilla, el perro estaba al lado, esperándolo. Y desde ese día se quedó ahí”" —relató. 

El perro comenzó con la vigilia. Los empleados del sanatorio mencionaron que iba y venía, olfateando en busca de su amo. Pradel, de 23 años, mencionó que todos empezaron a darle de comer y que el can los seguía, pero siempre volvía a las puertas del sanatorio ubicado en avenida Illia. "Se quedaba en la puerta, gimiendo porque seguramente extrañaba al dueño. El anciano estuvo internado casi una semana y falleció. Después de eso, el perro me comenzó a seguir a donde iba. Luego empecé en el servicio de guardia y cada vez que entraba me reconocía y se ponía contento. No lo podíamos dejar entrar pero él esperaba afuera"” —describió el enfermero.

Después de dos meses, Pradel decidió darle un nuevo hogar y lo adoptó como su mascota. "“Le hice poner todas las vacunas y lo llevé a mi casa. Al principio era medio vergonzoso, no se animaba a entrar y se quedaba en el portón. Pero con el tiempo se empezó a acercar y jugar con la otra perra que tengo”" —dijo. 
La fiel mascota además de tener un nuevo hogar, obtuvo un nuevo nombre. “"Le puse ‘Malevo’ aunque, en chiste, digo que se llama ‘Juancito’. A veces, todavía se nota que extraña porque empieza a llorar para que le abra la puerta. Así que sale, da una vuelta y como sabe el camino, vuelve a casa”".

El joven decidió adoptarlo porque lo sorprendió la fidelidad de la mascota. "“No conozco la historia de su dueño, pero es impresionante la prueba de amor del perro con su amo. Seguramente el hombre también fue bueno con él para que tuviera este sentimiento. Siempre trabajamos con personas y en nuestra profesión tenemos que tener empatía. Pero esta historia me conmovió y quise darle un nuevo hogar”".
 


Fuente: eldiariodelarepublica.com