20 agosto 2011

Evitar la agresividad






¿Qué hacer para que nuestro dulce cachorro no se convierta en un monstruo? 

Esta es una de las preguntas que muchos dueños se hacen luego de adquirir o adoptar un perro; muchas veces por desinformación o por desidia corremos el peligro de que nuestra mascota se haga muy agresiva. Para no caer en ello prestar atención a las siguientes recomendaciones.

Una de las cosas que siempre tenemos que recordar de los perros, es que son agresivos por naturaleza; son descendientes de uno de los carnívoros más exitosos, el lobo y como tales tienden a ser territoriales y agresivos.

Es por eso que nosotros, como propietarios de un perro, debemos cuidar que su educación y entrenamiento no lo hagan agresivo y sí un animal que pueda convivir con otros de su especie así como otras personas aunque sean desconocidas.

Un animal agresivo no solo es muy difícil de manejar sino que puede ser peligroso para otras personas, sobre todo niños. Creo que no es necesario hacer recuento de lo terribles y dolorosos que pueden ser los resultados de un ataque por parte de un animal de estas características.

Por eso mismo quiero dejar en claro que, cuando se habla de agresividad y el control de ésta, el único y final responsable de todo es el humano. Depende del dueño entrenar un animal para que no sea un peligro para los demás.

Presentación en Sociedad

Puede que la principal causa de la agresividad de un perro esté basada en que no está acostumbrado a vivir en sociedad; lo que nosotros como propietarios debemos hacer desde el principio es acostumbrar a nuestro perro a la convivencia social.

Salir y caminar, ir a parques, que vea que existen más animales y personas y que a veces hay que interactuar con éstos. De esta manera el perro aprenderá cómo comportarse ante la presencia de personas y otros perros. No hay nada más triste, y con la capacidad de transformarse en un bestia rampante, que un perro abandonado a su suerte en una azotea o en una jaula.

Otro factor que requiere de suma atención es el de la mordida. En este caso regresamos de nuevo a los principios: como animal depredador, los perros dependen de su mordida y de su dentadura, por lo que, sobre todo cuando son jóvenes, tratarán de morder todo lo que encuentren. Para evitar esto, también desde muy jóvenes, hay que dejar muy en claro que es lo que se puede y que es lo que no se puede morder.

Para este entrenamiento existen una serie de juguetes “mordibles” que son ideales para derivar las ansias mordedoras de una forma adecuada. Tenemos que estar pendientes de que el perro no muerda objetos (y menos personas) y cada vez que lo intente reprenderlo y tratar de desviar su atención hacia el juguete; con el tiempo sabrá que no todo es “mordible” y que nosotros, no queremos que lo haga con ciertos objetos.

Vivir en Grupo

Decía en un principio que los perros tienen el instinto de vivir en grupos y esto es muy importante: los grupos de perros y lobos son muy jerárquicos, con una serie de niveles donde los más fuertes dominan a los más débiles.

Cada perro dentro de la manada tratará de ascender al máximo posible y esto lo tiene que hacer a costa de intimidar a otros. Esta costumbre no ha sido eliminada; el perro cree que una familia humana es una jauría con sus debidas jerarquías y, como integrante de tal, tratará de ascender intimidando a otros miembros. Por supuesto que esta reacción ante sus “compañeros” de jauría también varía acorde a la personalidad del perro, de la forma en que haya sido educado y de su raza.

Depende de nosotros que esto no ocurra más allá de meros gruñidos y muestras agresivas. Para ello es necesario, cuando detectemos esta actitud, recurrir a reprimendas verbales, alejarlo de la familia e ignorarlo por el resto del día. De esa manera el animal sabrá que su actitud le causa problemas. Claro que esto es en caso de que no se presenten agresiones peligrosas; si es así lo mejor es consultar con un especialista para que nos recomiende otra forma de vencer esa agresión natural por parte del perro.

Un poco de Amor

Sin embargo a pesar de todo lo que se pueda decir al respecto es que los perros son seres que sienten y como tales, responderán de una forma similar a la que son tratados: si un perro recibe golpes y malos tratos, lo más seguro es que se transforme en una criatura muy agresiva, por lo contrario, si nosotros le entregamos amor y cariño lo más seguro es que ese animal crezca y se desarrolle de una manera muy diferente.

Un perro que no responde a ninguno de los tratamientos debe de ser puesto en manos de un especialista, quien nos podrá recomendar el mejor tratamiento o educación; por lo pronto, la recomendación (de siempre) es la de cuidar, respetar y tratar de manera humanitaria a cualquier animal que caiga en nuestras manos.

Ellos no pueden elegir a su amo, nos toca a nosotros elegir la mejor forma de tratarlos.


Fuente: www.petfacebook.com.mx