Mosquera, COLOMBIA
Julia es el "hada madrina" de los perros moribundos y abandonados. Los lleva a su casa y allí los cura y recupera.
Orión estuvo 15 días tirado en la entrada del barrio en medio de un charco
de sangre sin que nadie se acercara a auxiliarlo. Era un saco de huesos
que casi ni respiraba del dolor que sentía. Ese fue el primer perro que
Julia rescató cuando pudo conseguir, hace 8 años, una casa en Mosquera
(Cundinamarca) para auxiliar a los perros moribundos que pululan en la ciudad.
Esta
mujer, contadora de profesión, simplemente no puede con ese
sufrimiento. Salió corriendo para su casa, sacó unos periódicos y una
cobija y lo levantó como una hamaca, sin asco de untarse de sus
desechos. “Estaba vivo”, dice con ese gesto de humanidad con el
que seguramente lo rescató, mientras le acaricia la sarna a otro de sus
huéspedes.
Ella quería darle una muerte digna porque el
perro tenía siete fracturas. Entonces le dio analgésicos y lo bañaba a
diario con agua de caléndula. “No murió. Quince días después ladró.
Quedó cojito y ahora es mi perro guardián”, contó. Orión no tolera a las
personas, ni a otros perros, “quizá por el maltrato con que lo trató la
gente en la calle”, dice Julia.
Lo cierto es que ella le construyó su propio ‘reino’: un espacio de su casa, en el que el perro es feliz.
Julia
puede contar 48 historias diferentes, una por cada perro que hoy
comparte su morada y de otros más que ha auxiliado desde que era niña y
vivía en Villavicencio. “Mi papá recogía iguanas o pajaritos enfermos,
los curaba y los volvía a soltar. Así aprendí a amar a los animales”,
añade. Hoy, rescata los perros que el resto de la sociedad desprecia por sucios o enfermos.
Se
sabe los nombres de todos y sus historias de vida: la de la perra Akita
a la que le pegaron un varillazo y que llegó a su casa con neumonía; la
de la Pitbull que botaron a la calle por agresiva; la de Pirula, la
perra con un solo pulmón; la de Canica, a la que encontró amarrada en un
parque de Mosquera, y la de Facundo, atropellado tres veces.
Para
ella no hay mejor remedio que el amor y por eso pide ayuda en Facebook
para que la auxilien porque sus escasos ingresos como contadora no le
alcanzan.
Luego de salvarlos, Julia pone a algunos en adopción,
no sin antes hacer una exhaustiva investigación de la familia
solicitante y con la firma de un contrato que especifica que, de pasar
algo, el animal debe serle devuelto solo a ella.
Los
días son duros para Julia, que sufre de artritis. Se levanta a las 5
a.m. a limpiar las perreras, cuyos ladrillos ella misma pegó; lava el
garaje y el patio, luego lleva a su hija de ocho años al colegio y
reparte comida a diestra y siniestra. Una jornada que termina a las 9 de
la noche. El ideal de esta hada madrina de los perros es poder tener
una finca en Mosquera y vivir de su trabajo con los animales, por el que
hoy no recibe sino ladridos de agradecimiento.
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Según Zoonosis, 65.000 de los 650.000 perros que hay en la ciudad son
de la calle. Los datos son aproximados, porque desde el 2005 no se hace
un censo. En Bogotá se realizaron, en el 2012, 31.000 esterilizaciones.
Para el 2013 se tienen proyectadas 37.000.
Carol Malaver / "El Tiempo" (Colombia)