03 abril 2014

¿Cómo debo presentarle un nuevo compañero a mi perro?


Resulta más sencillo integrar en la vida de un perro a un bebé o un gato que otro perro, ya que entre especies diferentes no se producen tantas rivalidades que las que se pueden ocasionar entre ejemplares de la misma especie.

Si el perro es adulto y recibe un cachorro, dejaremos que el líder o veterano le marque cuáles son sus “derechos y deberes”. Normalmente, tras algunas leves “discusiones”, el orden se mantendrá de forma natural hasta que el cachorro se haga mayor e intente rivalizar con el veterano, aunque a veces esto no ocurre.

En ocasiones, si el ejemplar más joven es más dominante que el mayor puede haber conflictos, sobre todo si son del mismo sexo. Si son macho y hembra, rara vez suele haber conflicto salvo en el caso de hembras masculinizadas o “machorras”, que tratarán de dominar a su macho igual que si lo fueran de su mismo sexo.

En muchos casos, producto de la castración en la hembra se producen alteraciones hormonales que desequilibran la conducta de la misma.

En el caso de ejemplares sumisos no tiene por qué haber problemas en su relación posterior con otros animales, tan sólo habrá que agotar la curiosidad natural del animal sobre la presencia del nuevo inquilino. En las familias con dueños de marcado liderazgo y seguridad se producen menos problemas o conflictos de convivencia entre sus perros. Esto es consecuencia de que el perro controlador pasa a ser controlado por su dueño y esto le proporciona al animal seguridad y sosiego. En el caso de ser el animal quien controla la situación, éste se convierte en quien quiere organizar el grupo (manada) intentando imponer, defender o poseer a los miembros de la familia, en definitiva, su situación es de inseguridad, desasosiego y tensión.

Si los ejemplares son machos y adultos, la convivencia se hace más complicada, dependerá del grado de dominación de ambos y de que se establezca una relación jerárquica adecuada para que ambos acepten una convivencia pacífica,
La llegada de un nuevo animal siempre produce unos primeros días de curiosidad o incluso estrés. El felino, si es cachorro, deberá ser presentado al perro de forma estática, teniéndolo entre nuestras piernas. De esta forma dejaremos que el perro se acerque a olerlo despacio y sin efusividad. Posteriormente, el gato estará en una jaula durante un tiempo en el que el perro pueda olerlo y observarlo. Dicha jaula estará cerca del cubil donde duerme el perro, con el fin de integrarlo en el grupo y “anular” el instinto de caza del perro. Una vez conseguido que el perro no persiga al gato y éste pase a ser un elemento habitual, dejaremos que el felino imponga las normas, que bien seguro lo hará.




Fuente: "El mundo del Perro" / Nacho Sierra (terapeuta de conducta del Hospital Veterinario Mediterráneo de Madrid)