14 marzo 2014

Una paralímpica salva de la muerte a un perro ciego

Cedeira, La Coruña, España (14/3/2014)

Al menos por una vez, el destino ha jugado a favor de «Boludo» ( así lo llamaron), un perro labrador de cinco años. Su dueño decidió sacrificarlo al ver que se quedaba ciego, por una enfermedad degenerativa que le afectó la retina y el cristalino. Pero el veterinario al que acudió, Martín Marín, responsable de la clínica Medican, se negó –«ni loco, es un perro sano, buenísimo...» y se empeñó en encontrar una familia adoptiva para Ludo, como prefiere llamarlo –«cualquier cosa menos Boludo», recalca con un marcado acento argentino. 


En la vida del can se cruzó, de pronto, Destina Hurriyet Lois, vecina de Ortigueira, de 21 años, estudiante. «Me enteré a través de Facebook, por la protectora Os Palleiros, de Pontevedra... lo iban a sacrificar, necesitaba una casa de acogida y me lo quedé», cuenta esta joven, que ya había dado cobijo a otros perros. «Al publicarlo apareció una chica de Valencia interesada, que quiere quedárselo», cuenta, feliz.

La nueva mamá de Ludo que comparte con Destina el amor por los perros, es Mónica Merenciano, valenciana de 29 años, una deportista paralímpica invidente. «Mi campo de visión es reducido, tengo un resto, no una ceguera total», explica esta yudoca, triple medallista. Consiguió el bronce en los Juegos Paralímpicos de Atenas, los primeros en los que participó –«un sueño»–, Pekín –«algo mágico»– y Londres –«los Juegos de la comunicación porque tuvimos tanta visibilidad e igual trato que los olímpicos».

«Vi a Bolu (como lo llama ella) a través de Facebook y me encantó» –relata. Hace años que no tenía perro y ahora está ansiosa por conocer a su futuro compañero de piso. «Me gustan mucho los labradores, son muy buenos perros guía... no me parece justo que por haberse quedado ciego el dueño lo abandonara y pretendiera sacrificarlo».

El veterinario que lo salvó tampoco entiende este comportamiento. Ha podido comprobar «lo bien que Ludo se maneja sin problemas en un espacio conocido y con la correa si le vas hablando o silbando. Lo único es que se choca con las cosas, hasta que se familiariza con el entorno y es un poco brutón, como todos los labradores».


«Los perros ciegos con el olfato y el oído pueden jugar y correr como cualquier otro perro, y llevar una vida normal pues se arreglan mucho mejor que las personas ciegas»– apunta Mónica, que espera encontrarse con su perro el martes en Madrid, donde lo enviará Destina, muy satisfecha por haber encontrado un hogar para su último protegido.

«Tenía que ser una persona así, parece increíble», –dice el veterinario, el primero de los tres «ángeles de la guarda» que han dibujado la historia de este perro ciego y muy afortunado.

Mónica Merenciano


Fuente: La Voz de Galicia / Ana F. Cuba