15 febrero 2013

Charles Darwin

Un evolucionista con corazón

       
Se suele citar a menudo a Charles Darwin como el primer científico que prestó atención seria al estudio de las emociones. Señaló que los mamíferos "experimentan (en mayor o menor grado) ansiedad, duelo, abatimiento, desesperación, alegría, amor, 'sentimientos de ternura', devoción, malhumor, antipatía, determinación, odio, ira, desdén, desprecio, disgusto, culpabilidad, orgullo, impotencia, paciencia, sorpresa, asombro, miedo, horror, vergüenza, timidez y modestia".

        
En su intento de responder al origen de la expresión emocional, parece también haber sido el primero en aplicar el método comparativo al estudio de la conducta. El método comparativo hace referencia al estudio de especies muy cercanas o muy alejadas entre sí, paa aprender de sus similitudes y diferencias en la conducta. Darwin utilizó seis métodos para estudiar la expresión emocional:

1) La observación de niños; 2) la observación de dementes que, comparados con adultos normales, eran menos capaces de ocultar sus emociones; 3) la valoración de las expresiones faciales originadas por la estimulación eléctrica de los músculos de la cara; 4) el análisis de pinturas y esculturas; 5) las comparaciones interculturales de expresiones y gestos, especialmente de pueblos alejados de los europeos; y 6) la observación de expresiones animales, en especial de los perros domésticos.




En 'The Expresion of the Emotions in Man and Animals', Darwin escribió con una gran percepción sobre su perro: "Antes tenía un perro de tamaño grande al que, como a cualquier otro, le encantaba salir a pasear. Lo demostraba trotando delante de mí con gran ceremonia, con pasos altos, la cabeza muy erguida, las orejas moderadamente levantadas, y la cola en alto, aunque sin estar rígida". Cuando Darwin cambiaba el recorrido, y el perro no estaba seguro de que el paseo fuera a continuar, "toda la familia conocía de sobra su aspecto de desolación... Se quedaba cabizbajo, con todo el cuerpo un poco hundido e inmóvil; las orejas y la cola caían de repente; pero ésta sin moverse para nada... Su aspecto era el de la desolación patética y sin esperanza".




Darwin sostenía que las emociones habían evolucionado, en humanos y animales, con el propósito de fomentar los lazos sociales de quienes vivían en grupos. Creía que las emociones nos conectaban con el resto de la comunidad y con el resto de la tierra. Y lo que es más, utilizó sus observacones de la conducta, como el hecho de hacer una pausa antes de solucionar un problema, para apoyar su afirmación de que incluso los animales sin lenguaje son capaces de razonar.

En su meticulosa investigación, Darwin recalcó con insistencia que las diferencia entre muchas especies eran de grado más que de tipo. Dijo que las diferencias en la capacidad mental, por ejemplo, eran diferencias a lo largo de un continuo. Por tanto, de acuerdo con Darwin, no sólo existe una continuidad evolutiva entre los animales en las estructuras anatómicas, como los corazones, riñones y dientes, sino también en los cerebros y en sus capacidades cognitivas y emocionales asociadas.

En otras palabras, si lo estudiamos con suficiente detenimiento, podemos encontrar en otros animales las raíces de nuestra propia inteligencia y de nuestras propias emociones. Una vez más, esto no significa que los humanos y otros animales sean idénticos, sino más bien que se comparten bastantes rasgos físicos o funcionales comunes, y por ello las capacidades resultan en un continuo. A esto es a lo que se refiere la "continuidad evolutiva": las similitudes y contrastes entre las especies son matices o escalas de grises, y no rígidas diferencias en blanco y negro.

Darwin no restringió sus argumentos sobre la continuidad evolutiva. "Entre el hombre y los animales superiores, no existe una diferencia esencial de capacidad mental", escribió.

Atribuyó estados cognitivos a muchos animales, basándose en la observación más que en experimentos controlados. Además de reforzar el tema de la continuidad mental entre humanos y animales, Darwin atribuyó sentimientos y emociones a los no-humanos. Afirmó,  por ejemplo, que "igual que el hombre, los animales inferiores sienten manifiestamente placer y dolor, felicidad y sufrimiento". También observó que los monos tenían la facultad de hacer trampas, y después de ver su primer orangután en el Zoo de Londres, escribió que había podido captar su pasión y su furia, su mal humor, y actos de verdadera desesperación. Observó que los chimpancés se enfurruñan y hacen mohínes, igual que los niños cuando están decepcionados, y que un rinoceronte del zoo estaba "pateando y saltando de alegría".




Las investigaciones actuales más vanguardistas están de acuerdo con las observaciones e ideas de Darwin.             
Sabemos ahora que los perros y otros animales comparten con los humanos las mismas estructuras cerebrales, y algunas de las mismas sustancias neuroquímicas que forman la base para emociones como la alegría

       
Este proceso para identificar la continuidad evolutiva de las emociones es, esencialmente, el mismo que para los atributos puramente físicos. Sabemos que hay órganos de dos, tres o cuatro cavidades a los que llamamos corazón porque bombean la sangre. No diremos que la rana no tenga corazón, porque el suyo no se parezca al de un águila o al humano. De la misma forma, tampoco el hecho de que no sea exactamente igual una felicidad canina a una de chimpancé o una humana, no significa que estos animales no la experimenten. 



 Fuente: "La vida emocional de los animales" de Marc Bekoff