03 abril 2012

Leishmaniasis

La leishmaniasis (o leishmaniosis) es una enfermedad zoonótica causada por un protozoo del género Leishmania y transmitido por la picadura de jejenes hembras del género Phlebotomus.  A diferencia de los mosquitos a los que estamos acostumbrados a ver, el jején (o mosca de la arena - sandfly en inglés) es mucho más pequeño. No es nada fácil verlo, y tampoco oírlo, dado que no hace el típico zumbido al volar. Solamente pican las hembras, que necesitan sangre para desarrollar los huevos. Los machos se alimentan de azúcares y plantas. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad van, desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente, hasta formas fatales en las cuales se presenta inflamación severa del hígado y del bazo.



La enfermedad, por su naturaleza zoonótica, afecta tanto a perros como humanos. Sin embargo, animales silvestres como liebres, zarigüeyas y coatíes entre otros, son portadores asintomáticos del parásito, por lo que se les considera como animales reservorios. El agente se transmite al humano y a los animales a través de la picadura de las hembras de los jejenes, un grupo de insectos chupadores de sangre y diferentes de los mosquitos, pertenecientes a los géneros Phlebotomus del viejo mundo y Lutzomyia del nuevo mundo, de la familia Psychodidae.

La leishmaniasis es una enfermedad estacional, es decir, reviste riesgo para la población canina en épocas en que los jejenes están activos (de primavera a otoño). Es una enfermedad crónica e incurable, que el perro no transmite a las personas ni a otros animales. Solo puede haber riesgo de contagio cuando la persona tiene las defensas muy bajas, como en el caso de padecer tuberculosis o sida.




Prevención y vacunación, la mejor arma contra la leishmaniasis

La prevención de  la enfermedad no solo se puede llevar a cabo a través de la vacunación, sino también mediante controles anuales con análisis de sangre, sobre todo después del verano, ya que con el calor proliferan estos insectos, en especial, en las zonas donde hay más humedad.

 El tratamiento de la leishmaniasis canina es difícil. Los fármacos usados son caros y todos requieren regímenes de varias dosis, lo que supone numerosas molestias tanto para los dueños como para el paciente. Existen frecuentemente recaídas de la enfermedad clínica después del tratamiento y muchos de los fármacos tienen efectos secundarios adversos. No hay cura parasitológica para la enfermedad, sólo podemos resolver los síntomas clínicos. En los últimos años los periodos de tratamiento se han visto prolongados, esto puede ser debido a la resistencia desarrollada por el parásito frente a los fármacos usados comúnmente, por lo que para prevenir la progresión de dichas resistencias deberían emplearse distintos fármacos tanto en perros como en humanos.
Si el grado en que se ha visto afectado el perro por la enfermedad no es muy alto, puede llevar una vida normal, pero siempre bajo control para prevenir posibles nuevos brotes.
Además de la vacuna, la prevención contra la enfermedad consiste en la lucha frente al insecto que la transmite. Para ello se requiere:
  • Colocar a los perros collares repelentes de insectos
  • Usar mosquiteras en las ventanas de las casas de campo y playa.
  • No pasear cerca de los ríos o zonas húmedas al atardecer, que es cuando más actividad tienen los jejenes.
  • Usar productos antiparasitarios externos regularmente, también actúan de repelentes.
  • Fumigar en zonas con alta densidad de mosquitos y jejenes.
  • Usar velas o espirales en las terrazas que los ahuyenten.
  • En el interior de las casas, conviene usar enchufes antimosquitos o pastillas.

 SÍNTOMAS:
  • Pequeñas pérdidas de pelo por la zona de la cabeza, caspa.
  • Crecimiento anormal de las uñas.
  • Dermatitis o inflamación de la piel.
  • Heridas que no cicatrizan.
  • Úlceras en la cabeza y extremidades.
  • Inflamación de los ojos.
  • Atrofia muscular, sobre todo por la cara (aspecto envejecido y expresión triste), cansancio, fatiga y mucha debilidad.
  • Pérdida muy notable de peso, fiebre, hemorragia nasal, inflamación de las articulaciones o cojera.
  • Aumento del tamaño de los ganglios linfáticos (cuello, cara interna de las patas). 


En caso de notar alguno de estos síntomas, acudir urgente al veterinario. 

Fuentes: consumer.es/wikipedia